El turismo que viene: condicionado por el cambio climático, los protocolos sanitarios y de estancias más largas
Visitantes más concienciados con la huella del carbono y que no estarán tan dispuestos a recorrer miles de kilómetros para pocos días con los protocolos sanitarios que conlleva son factores que llevan a repensar la oferta
El cierre del espacio aéreo ha puesto prácticamente a cero al turismo en Canarias desde el pasado año, pero el avance de la vacunación y el último informe de previsiones económicas publicado por la Comisión Europea abren ventanas para cierto optimismo. También se apunta desde los análisis de expertos a los términos “fatiga pandémica” que afecta a la sociedad y a las ganas de diversión que vendrán después de esta crisis, como ocurrió tras la Primera Guerra Mundial con los “felices años 20”, recuerda la catedrática de Economía de la Salud y miembro del Comité Científico que asesora al Gobierno de Canarias, Beatriz González López-Valcárcel. Sostiene que no se producirá un fenómeno al mismo nivel, pero sí que se empezará a reactivar el ocio y el turismo por esas ganas de pasarlo bien y los destinos con un sistema de salud público que respalde en caso de caer enfermos serán clave, un aspecto en el que señala que el Archipiélago será más competitivo. No obstante, el turista que viaje en pandemia no estará tan dispuesto a realizar miles de kilómetros para pasar pocos días, no solo por los controles y protocolos sanitarios, sino por la huella del carbono. Se trata de una afirmación que recalca también el profesor de Economía Aplicada de la ULPGC e investigador del Instituto de Turismo y Desarrollo Sostenible Matías González.
“Hay toda una estrategia que repensar, y es importante que nos anticipemos a cómo va a ser el turismo del futuro, utilizando los mecanismos que el conocimiento científico puede poner a nuestra disposición”, remarca González. La época de aerolíneas low cost que publican ofertas para pasar pocos días en un destino, es decir, el modelo que suponía que hubiera muchos períodos vacacionales cortos en un mismo año “dejará de ser viable”, tanto por los controles sanitarios a los que habrá que someterse para viajar como por el CO2 por kilómetro recorrido y por los efectos que a la larga tendrá el calentamiento global en los paisajes. De hecho, el proyecto Soclimpact de la ULPGC reflejó hace unos días que más del 60% de los turistas que visitan el Archipiélago cambiaría de destino ante una pérdida de confort térmico causado por altas temperaturas.
¿Será el fin del turismo de alta densidad? El profesor de Economía Aplicada apunta que el visitante preferirá acudir a zonas menos masificadas, donde pueda percibirse a sí mismo en lugares seguros, como apartamentos, casas rurales, hoteles de baja densidad… lo que lleva también a pensar en una reorganización de las infraestructuras para adaptarlas a la nueva situación. El reto es importante, ya que se han realizado inversiones en infraestructuras que tienen un coste por metro cuadrado y ahora habrá que encontrar la forma de incorporar nuevos atributos para la experiencia alojativa de los visitantes “de manera que se pueda compensar, aunque sea parcialmente, esa reducción de ingresos por metro cuadrado”, añade. No obstante, puntualiza que al sector turístico no solo hay que decirle lo que no puede hacer, sino buscar alternativas, y confía en que serán clave los destinos que potencien su capital humano. “Si tenemos turistas de mayor estancia también tendremos que ampliar la paleta de alternativas de actividad que pueden hacer en períodos más largos”, afirma.
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