Arturo Morales Tirado
Consejo Coordinador Empresarial
de San Miguel de Allende
Los planteamientos del turismo sostenible que hace la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por medio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Mundial del Turismo (OMT), proponen una relación equitativa entre el factor social y económico, una relación viable entre lo económico y lo medioambiental (para mí: los ecosistemas) y, por último, una relación soportable entre lo social y medioambiental, entre otras propuestas, para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En este sentido, la industria del turismo, en cada uno de los eslabones de la cadena de valor, tiene el desafío y compromiso de poner en práctica estas propuestas en sus destinos turísticos, aún más en los de clase mundial como San Miguel de Allende, que ha sido reconocido por la revista Travel + Leisure, en el último lustro, como una de las cinco mejores ciudades en el mundo. Para alcanzar esas metas, al menos existen los patrones del PNUD y del Global Sustainable Tourism Council. [Ver más]
Sin embargo, el dramático y acelerado deterioro ambiental planetario de origen humano, o Impactos Antropogénicos (IA), ha motivado en nuestro país a establecer programas como el de ADAPTUR para gestionar de manera pragmática la participación central de los empresarios en acciones con foco en situaciones específicas; esto como parte de la gobernanza local o municipal para adaptarse a los impactos del cambio climático [Ver más], que es, en síntesis, la consecuencia más notable de las perturbaciones provocadas por el ser humano en el planeta, más aceleradas e intensas en los últimos 50 años.
Antes de avanzar en esta disertación, deseo agregar que para la resolución de los problemas de los IA debemos considerar la complejidad del problema a partir de tres conceptos estructurales:
1. Contexto. Se refiere a todo el entorno de los IA que ocurren en TIEMPO, ESPACIO y CIRCUNSTANCIAS humanas (ecosistemas – cultura – economía – sociedad – gobernanza), desde lo local con impacto global.
2. Los fundamentos de la ecología para planificar el futuro inmediato y mediato.
(i) La dinámica demográfica humana (estructura – fertilidad – mortalidad – marginación – migración); (ii) la dinámica de los recursos naturales (agua – territorio – energía – alimentos o insumos – biodiversidad), y (iii) La contaminación ambiental de origen humano en todas sus modalidades y áreas (subterránea, superficial y atmosférica), desde luego incluyendo la que más genera calentamiento global – cambio climático.
3. Visión y gestión sistémica, considerando al menos: Tiempo, espacio y 5 circunstancias humanas (gobernanza, economía, sociedad, cultura y ecología) en las propuestas de compensación, remediación y restauración de los IA.
Ahora sí, en términos de la Industria del turismo en San Miguel de Allende y en el orbe, de las cinco circunstancias humanas, nuestra materia prima es el patrimonio natural (o ecosistemas) y el patrimonio cultural. Con el rápido deterioro ambiental, reflejado en el dramático cambio climático, con ecosistemas aceleradamente degradados y destruidos y una cultura con menor calidad de autenticidad y excepcionalidad, la actividad económica del turismo en San Miguel, de la que dependemos en más de 66%, está condenada en el corto y mediano plazo a la decadencia y el colapso, con funestas implicaciones en lo económico, lo social y la gobernanza.
En el análisis de nuestro destino turístico, los empresarios (a través del Consejo Coordinador Empresarial de San Miguel) hemos determinado que el factor AGUA es crucial en términos de sostenibilidad turística y, aunque el principal problema lo tenemos en la sobreexplotación del acuífero [Ver más], hemos comenzado la implementación de ADAPTUR, junto con otros actores de la gobernanza local –incluidos el gobierno municipal, organizaciones no gubernamentales y comunidades suburbanas y rurales–. El proyecto ha iniciado con la restauración demostrativa de suelos y arroyos en pequeñas secciones de las microcuencas locales, haciendo conscientes a los habitantes locales sobre los efectos virtuosos de estas prácticas en los servicios ambientales de estas microcuencas superficiales y, finalmente, en la recarga del acuífero. El desafío es ir, al menos, a la misma velocidad e intensidad del lesivo IA, traducido en los alarmantes indicadores locales de cambio climático.
Finalmente, siguiendo el esquema de sostenibilidad de la ONU (PNUD, PNUMA y OMT), en términos de prácticas de turismo sostenible en San Miguel de Allende, en el factor económico estamos cambiando hacia la producción de experiencias turísticas humanas y sustentables más que de mero consumo; estamos ampliando nuestro ejercicio de economía circular e implementando ecotecnias en hoteles y restaurantes. En lo social, a partir de la Agenda 2030 [Ver más] y los ODS 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9 y 10, impulsamos las restantes; además, permanentemente gestionamos el patrimonio natural de ecosistemas y patrimonio cultural. Por último, como consecuencia sustancial de cuatro meses de inactividad turística por la pandemia del COVID-19, estamos promoviendo la práctica del turismo regenerativo, principalmente a través del respeto hacia las áreas naturales, cada vez más escasas. Esto a partir de la restauración pasiva del medioambiente (dejando que se regenere de forma natural), de las prácticas agroforestales y visitas de turismo rural a las áreas de restauración de microcuencas, promovidas por el programa ADAPTUR.
El desafío es enorme, pero ya comenzamos a actuar.
Francisco M. Pastor
Consultor con experiencia en turismo, periodismo, comunicación política/institucional y liderazgo. Colaborador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Si algo nos ha dejado claro la pandemia es que estamos asistiendo a una nueva forma de gestionar el turismo. Ya se hablaba de ello con anterioridad. Fenómenos como la contaminación, el cambio climático, el deterioro medioambiental o la masificación de las ciudades habían encendido las alarmas de numerosos destinos en todo el mundo. La situación provocada por el COVID-19 nos ha situado frente a un espejo que nos devuelve una imagen no muy apetecible y nos recuerda que, aunque las cifras de llegadas de turistas, pernoctaciones e ingresos no paraban de crecer, no todo era positivo en el sector turístico de la vieja normalidad. Por ello, considero que ha llegado el momento de que sentemos los pilares de un nuevo modelo turístico que, a mi entender, deben considerar los siguientes:
SEGURIDAD:
Incluso una vez superada la alerta sanitaria en la mayor parte de los países, la sensibilidad por la seguridad se va a mantener. Por ello, es fundamental que los destinos turísticos sean percibidos como lugares seguros y con un sistema sanitario sólido. Es necesario transmitir información práctica (medidas adoptadas por autoridades sanitarias, limitaciones existentes, si las hay, etcétera), pues será determinante convencer al consumidor final de que el destino es seguro (restaurantes, hoteles y recursos turísticos, entre otros). Sería un error transmitir la imagen de que se quiere reiniciar la actividad turística a la mayor brevedad posible. El mensaje más conveniente, en cambio, es el de garantizar la total seguridad de los visitantes y turistas, primando su salud y bienestar por encima de cualquier otra consideración, aunque ello implique demorar unos meses la captación de turistas.
DIGITALIZACIÓN:
La presencia digital ya era determinante. En esta crisis se ha demostrado, además, que el consumo de información sobre viajes ha aumentado en redes sociales, especialmente contenidos con una narrativa aspiracional y emotiva. Parece evidente que la nueva comunicación tendrá que beber del marketing social, centrado en los valores y emociones y no en la venta de productos. El brote del COVID-19 supondrá que la conectividad digital se integre aún más a los hábitos cotidianos de los consumidores, lo cual permitirá que busquen más activamente soluciones tecnológicas que los motive a viajar. Nacerá así una nueva era del consumo en la que los destinos deberán adaptar sus contenidos a nuevas creatividades para atender las necesidades de los viajeros, mejorando la experiencia del consumidor con realidades virtuales para ampliar las oportunidades de visitas al destino.
BIG DATA:
El análisis de los datos ya no será una opción, sino una obligación. Si hasta ahora el big data ha sido usado por los destinos como una forma de mejorar la gestión de los flujos turísticos, en esta nueva etapa será también una exigencia de los propios viajeros, quienes no querrán acudir a sitios masificados o a donde tengan que hacer fila. El uso del big data será, por tanto, primordial para ofrecer a los turistas distintas alternativas en sus visitas y evitar que acudan a lugares que sobrepasen un determinado número de personas. Además, no podemos olvidar que, pese a la incertidumbre, es necesario analizar cuáles destinos están recibiendo visitas virtuales, de cuáles se está hablando, por qué se están mirando unos y no otros, y cuáles servicios turísticos están tomando medidas para adaptarse a la nueva situación. La escucha activa es ahora imprescindible porque nos permitirá tomar decisiones.
SOSTENIBILIDAD:
El cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no tiene vuelta atrás. En paralelo a la demanda de seguridad, el nuevo viajero exigirá a los destinos que cumplan con todos los parámetros de higiene y cuidado medioambiental, pero también que sean social y económicamente responsables. En ello va también su propia seguridad. En este sentido, es necesario seguir apostando por aquellos certificados que avalen la calidad del destino y el cumplimiento de los ODS. La Agenda 2030 tiene que ser ahora la hoja de ruta para la reconstrucción de nuestros destinos turísticos, porque, como siempre digo en mis cursos, sin sostenibilidad no hay futuro y sin futuro no puede haber turismo.